N° 27. Jueves, 13 de agosto, de 1812.

Jueves 13 de agosto de 1812, páginas 1 y 2.

La libertad en los pueblos de América

Un tema reiterativo en lo que podríamos denominar "editoriales de Camilo Henríquez", es el tema de la libertad y como su búsqueda se da incluso pese a la muerte y pérdida de distintas índoles.

QUANDO despues de tantos años de dependencia colonial y nulidad politica se deja ver la libertad sobre el horizonte americano, ¡ que diferentes sensaciones, que diversos pensamientos se excitan en los hombres! Las almas abyectas condenadas à la servidumbre ó por el vil interés, principio de todos los vicios degradantes, ó por la ignorancia Y la pusilanimidad, llaman pretendida libertad aquella à que aspiramos. Que! ¿no puede existir la verdadera libertad en este mundo? No ha existido y aun existe en nuestro mismo continente? En el momento en que los pueblos fdeclaran y sostienen su independencia, gozan de la libertad nacional: su libertad civil y politica son obra de su constitucion y de sus leyes. ¿Y quien puede negarnos la posibilidad de establecer nuestra libertad interior, ò lo que es lo mismo, el buen orden y la justicia? Aun nos __esentimos de los defectos del antiguo sistema ; la ignorancia de tres siglos de barbarie està sobre nosotros; nos ha detenido la irresolucion natural á un pueblo esclavo por tantos años, t que jamas tubo la menor influencia en la legislacion ni en los negocios públicos : han habido oscilaciones momentaneas, propias de la infancia de las naciones: pero en medio de estos instantes de crisis, en medio de nuestras inexperiencia y opromidos baxo el peso de nuestros heredados defectos, hemos respetado, y ha sido inviolable para nosotros la equidad, y la humanidad. Nuestros mismos enemigos deben haber admirado en medio de su ingratitud y obstinacion la lenidad y la mansedumbre propias de los pechos americanos. Esta misericordia ha sido en verdad excesiva: ha entorpecido la marcha de nuestra revolucion ; pero à lo menos la sangre humana no ha deslustrado nuestra gloria, ni hemos dado al mundo el espectaculo escandaloso de un pueblo en anarquia. Muchas oscilaciones y baivenes preceden al equilibrio de todos los cuerpos. Que fuera de las cosas humanas, decia Milton, si de quando en quando no se commoviesen? Todo se encamina en el mundo á la corrupcion y aun à la disolucion : los cuerpos politicos no estan esentos de esta ley de la naturaleza : el movimiento restablece el orden, y conserva la vida de los seres. Las revoluciones son en el orden moral lo que son en el orden de la naturaleza los terremotos, las tempestades. Los meteoros son terribles, pero hasta ahora nos han sido saludables. La vida de la patria permanece, su salud es mas robusta, y todo promete que saldrá de la infancia con felicidad. Su sistema se consolida, y ella se apresura á aparecer con dignidad y consideracion en la gerarquia de las naciones. Entre tanto nuestra marcha vacilante en sus principios, pero ya magestuosa, es aplaudida por los hombres liberales, que nos observan. El nombre de libertad es tan dulce, dice un filosofo, que los que combaten por ella deben estar seguros de que interesan los votos secretos de todos. Su causa es la del genero humano. Los pueblos se vengan de sus opresores exhalando su odio contra los opresores extrangeros. Al ruido de las acdenas que se despedazan, se cree que se aligeran las propias. Al saber que el universo cuenta algunos tiranos menos, parece que se respira un ayre mas puro. Asi han pensado en todas las revoluciones de America quantos hombres de luces, quantos hombres de bien tubo la Europa. Ellos admiraron nuestra larga paciencia, y en vista de los desordenes, debilidad, è ignorancia de la nacion dominante, y de los progresos de la poblacion y de las luces entre nosotros, predixeron la revolucion de nuestros dias. El sentimiento de la justicia, que se complace en compensar los infortunios pasados con prosperidades futuras, se prometia que esta parte del mundo subyugada con tantas atrocidades; despoblada, abismada en la ignorancia por una tirania lenta; pobre y sin industria por la codicia de una corte corrompida, absurda, y que creia que se arruinaba si nosotros prosperabamos ; por todo este se prometia que habia de venir tiempo en que esta parte del mundo floreciese. Pero lo que parece que no alcanzaron los sabios, lo que excede toda la fuerza del pensamiento y aun de la imaginacion, es que hayan en America almas tan serviles que se horrorizan al aspecto de la libertad que les ofrece la fortuna. Tantos pueblos prefirieron la libertad à todas las calamidades ; pero estos hombres se exponen á todos los peligros por la infamia de ser esclavos. Las almas varoniles se envuelven en los horrores de la guerra por sacudir el yugo de los tiranos; estos llaman á los tiranos para que destierren de la patria las dulzuras de la paz.