N° 26. Jueves, 6 de agosto, de 1812.

Jueves 6 de agosto de 1812, páginas 3 y 4.

Sobre el amor a la patria

"El amor de la patria es el mas enérgico, y delicioso de todos los sentimientos" expresa el autor del documento, quien posiblemente debe haber sido Camilo Henríquez.

DEL PATRIOTISMO, ó DEL AMOR DE LA PATRIA.

EN las grandes revoluciones, en las crises violetas de los estados, quando, ó los amenaza una ignominiosa servidumbre, ó los halaga la fortuna con la esperanza de la libertad, se descubre en todo su brillo el amor de la patria, y produce milagros de magnanimidad, y fortaleza. Si entonces es quando se descubren los heroes, es porque el patriotismo los aníma. Este sentimiento tierno, y vivo, que reune la fuerza del amor propio à toda la belleza de la virtud, le da tal energía, que viene á ser las mas heroica de las pasiones. Este fue el principio de esas acciones inmortales, que admiramos en los pueblos ilustres; este fue el movil de aquellos Generales, de aquellos Magistrados, cuyas antiguas virtudes resucitan en las republicas nacientes. Los hombres corrompidos por el interes miran à los prodigios, como fabulas: asi los transportes de los corazones tiernos parecen quimeras á las almas insensibles. El amor de la patria es el mas energico, y delicioso de todos los sentimientos; su ardor es siempre sublime, y se aviva y aumenta en medio de las contradiciones. Ya no existia la magestad del pueblo Romano, pero Roma vivia siempre en el alna de Caton. El combate por la libertad y por las leyes con los conquistadores del mundo, y perece baxo las ruinas de la libertad, quando no existe la patria à quien servía.

Mas si las grandes conmociones politicas manifiestan virtudes extraordinarias, suelen tambien descubrir vicios horribles, un desnaturalizado egoismo, un vil interès, que forman mostruos abominables. La revolucion americana ha visto estos seres odiosos, escandalo del mundo. Ellos desean, que lluvan todas las calamidades sobre el suelo americano en que nacieron: ellos estendieron una mano sacrilega a sus opresores, aplaudieron sus planes sanguinarios, y se entristecieron, quando los vieron fustrados. Quimericas esperanzas sufocaron en ellos los entimientos mas dulces de la naturaleza. Una ausia insensata de honores les impidio conocer, que se cubrian de infamia. Ciegos ! llorais por las cadenas, por la servidumbre ignominiosa, por la miseria inseparable de un estado colonial ? Echais menos la soberbia insultante de los magistrados antiguos, la rapacidad, concasiones, é incapacidad de tantos funcionarios? Os horrorizais de ver á vuestros compatriotas ocupando la primera magistratura ? No deseais, que vuestros hijos sean llamados á los empleos publicos? Suspirais por el antiguo monopolio, y por las trabas del comercio, y de la industria? Pero la pluma rehusa proseguir asunto tan ingrato.

Si el amor de la patria no es tan general como se deseara, es en consequencia de la antigua opresion. Ninguno tenia patria, por que á ninguno dexaba de oprimir, y por que no se interesaba en la dicha de ningun ciudadano. Para que los ciudadanos amen la patria, ó digamos mejor, para que haya patria y ciudadanos, es preciso, que ella sea una madre tierna, y solicita de todos: que los bienes de que se gozan en su pais se lo haga amable: que todos tengan alguna parte, alguna influencia en la administracion de los negocios publicos, para que no se consideren como extrangeros, y para que las leyes sean á sus ojos los garantes de la libertad civil. Pero lo que es aun mas necesario, lo que es mas dificil de existir fuera de las republicas, es una integridad severa en hacer justicia à todos, y en proteger al debil contra a la tirania del rico. Si la debilidad no está siempre protegida por la fuerza publica, resulta un estado sumamente infeliz, y que induce la indiferencia por el bien comun ; entonces los individuos sufren el peso del estado civil, sin gozar de las ventajas del de la naturaleza, donde podian emplear su fuerza fisica para defenderse.

En el afecto de los hombres la patria se confunde è identifica con su gobierno. Se ama á la patria, quando se ama y se estima a la suprema magistratura que la preside, por que de la admisnistracion publica emanan los bienes, y los males bel estado. De aqui es que en hacerse amar ha consistido siempre lo sublime de la politica. El genio superior, el talento de la magistratura posee la magia de dominar las voluntades, y de estender su amable imperio sobre los corazones. La autoridad del magistrado, que es amado de los pueblos, es mil vecesmas absoluta que toda la tirania de los despotas. Pero este arte no consiste en disimular, ni toterar vicios, ni crimenes, sino en promover la prosperidad pública, y en usar del poder con justicia. La historia nos presenta à cada pàgina magistrados perdidos por la ambicion, y la pusilanimidad, y jamas por la justicia, y la moderacion. Pero la moderacion no debe confundirse nunca con la negligencia, ni la dulzura con la debilidad. Para ser justo, es necesario ser severo : sufrir atentados, es hacerse culpable, librar á la sociedad de las maquinaciones de los perversos es beneficencia. Sicuti est oliquando misericordia puniens, ita est crudelitas parceus .*

* S. Aug. Epiat. 54